Ha sido inevitable. La radiación ha contaminado campos de cultivo, vegetales, leche e incluso el agua que circula por las tuberías tras el accidente en la central de Fukushima, en Japón. De acuerdo a algunos reportes se han detectado rastros de partículas radioactivas en Tokio, la capital nipona. Las autoridades ya han prohibido la comercialización de alimentos producidos en las zonas cercanas al área del desastre y los agricultores han demandado al gobierno una reparación económica por las pérdidas. Pero el desastre ha extendido su alcance y ahora cobra un matiz internacional, después que especialistas de Finlandia detectaron Yodo radioactivo en Helsinki y Rovaniemi, y determinaron que el origen de los isótopos de yodo 131 era la central Fukushima.
La detección de partículas radioactivas en Finlandia, al norte de Europa, plantea algunas dudas acerca del destino que tendrá la nube radioactiva liberada desde la planta de Fukushima. Hasta ahora la contaminación radioactiva se ha dispersado en el Océano Pacífico, y solo Finlandia ha reportado contaminación por la radiación expulsada por la central de Fukushima. Los especialistas consideran que primero se detectaría radiación en zonas aledañas a la explosión, como en Tokio, pero este depende de la dirección de los vientos sobre la zona de desastre. Se ha detectado áreas contaminadas con yodo radioactivo en Hawai, Canadá, diversos puntos de la costa oeste de Estados Unidos, Islandia y Finlandia.
Los expertos de la Autoridad de Radiación y Seguridad Nuclear de Finlandia creen que la nube radiactiva se extendería por todo el hemisferio norte, pero la contaminación que generaría no afectaría la salud de los pobladores de la zona.
A finales de marzo, autoridades de China, Corea del sur, Filipinas y Vietnam reportaron que se había detectado partículas radiactivas en sus respectivos países, pero los niveles de radiación eran tan bajos que no representaban una amenaza para la salud. «pedimos a la población que no entre en pánico, se trata de pequeñas partículas en el aire» dijo la portavoz del Instituto de Investigación Nuclear en Filipinas, Tina Cerbolis, haciendo eco a las declaraciones de otras autoridades de países asiáticos tras la detección de partículas radiactivas.
Si bien los especialistas aseguran que el accidente no tendrá un impacto significativo en la salud de las personas que vivan en áreas que reciban bajas dosis de radiación, aún no se han pronunciado autoridades que puedan especificar los posibles riesgos relacionados al consumo de pescado expuesto a altos niveles de radiación. En el mar frente a Fukushima los niveles de radiación han superado en 3.355 veces los niveles permitidos de yodo 131. Se debe tener en cuenta que en Japón el pescado es parte fundamental de la dieta de los pobladores, y aún debe determinarse si la contaminación afectará de alguna forma la pesca en todo el Océano Pacífico.
Al parecer la contaminación se ha dispersado hacia dos zonas distintas. La ONU ha diagnosticado que la nube radiactiva procedente de Fukushima podría viajar por el Pacífico hasta llegar a las costas del Sur de California, pero la carga radiactiva se diluiría en el trayecto, tal vez llegue a Estados Unidos una carga tan pequeña que no sería detectable. Algo similar ocurrió en el año 1986, diez días después del desastre nuclear en Chernobyl, en Ucrania, cuando llegaron a Estados Unidos partículas radioactivas en pequeñas cantidades.
En otro lado del globo, en Francia, las autoridades del Instituto de Radioprotección y Seguridad Civil (IRSN) aseguraron que una nube radiactiva procedente de Japón llegaría a ese país en una fecha cercana al 23 de marzo, pero se descartaron efectos en el medioambiente o en la salud de la población, pues el reciente desastre nuclear de Japón no es comparable con lo ocurrido en Chernobyl en 1986.
En mayo de 1986, tras el accidente de Chernobyl, se registraron en Francia concentraciones de 10 Bequelerios por metro cúbico (Bq/m3), mientras que en las zonas cercanas a Ucrania se detectaron concentraciones de entre 100 a mil Bq/m3.
Situación en Japón
Las autoridades niponas han establecido que el nivel máximo de yodo 131 para adultos es de 300 becquereles por litro de agua, mientras que para los niños es de 100 becquereles. En la prefectura de Tokio se ha detectado que el agua de grifo alcanza los 210 becquereles de yodo radiactivo por litro, sin embargo las autoridades han asegurado que no existe «peligro inmediato» para la salud de las personas.
Sin embargo, los últimos días de marzo se detectó plutonio radiactivo en el suelo de la central nuclear, y aunque se asegura que el material encontrado no afectaría la salud de las personas, resulta preocupante su sola presencia. Se debe tener en cuenta que sustancias como el cesio 137 se desintegra a la mitad en 30 años, el yodo 131 decae al 50% en ocho días, pero para que se degrade el plutonio deberían pasar 24.000 años.
Tras observar las consecuencias de un accidente nuclear quedan algunas preguntas en el aire para la comunidad internacional. ¿Quién puede garantizar que un país no enfrentará una crisis nuclear? Un país tiene derecho a desarrollarse utilizando energía nuclear, pero ¿que indemnizaciones o medidas se deberían tomar cuando ocurre un desastre como el de Chernobyl o Japón?. Los accidentes nucleares dejan de ser un tema local para pasar a ser un tema de preocupación internacional, observando medidas que al parecer no han sido contempladas aún.