(Boletín Funiber 03 – 2009) El Banco Mundial instó a la comunidad internacional a prestar mucha más atenión a América Latina para encontrar en su realidad las soluciones necesarias e innovadoras para evitar una crisis climática. En el informe presentado por el Banco Mundial, América Latina podría ser considerada como la región líder para conducir a los demás países en la reducción de las emisiones generadas por la deforestación, la superación del punto muerto en que se encuentra el desarrollo hidroeléctrico, el mejoramiento de la eficiencia energética y la transformación del transporte urbano.
Pamela Cox, Vice presidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe menciona además que «este enfoque podría apoyar la recuperación económica y simultáneamente fomentar el crecimiento en áreas que mitigan los efectos del cambio climático. Al promover un cambio hacia actividades económicas con bajas emisiones de carbono, los gobiernos no sólo pueden ayudar a evitar las consecuencias peligrosas del cambio climático, sino también a mejorar la competitividad de la región y contribuir a una recuperación más rápida de la actual desaceleración económica«.
Mientras tanto, Augusto de la Torre, economista regional jefe del Banco Mundial, reconoce que en un entorno situado en medio de una caída de precios del petróleo «no será fácil conseguir mayor volumen de inversiones en tecnologías verdes». Sin embargo, enfatiza en que «las empresas, los gobiernos y sociedad civil respaldan cada vez más la idea de que la crisis es una oportunidad para crear incentivos que permitan avanzar hacia una senda de desarrollo con baja intensidad de carbono«.
En el informe del BM se analizan las repercusiones del cambio climático en América Latina y el Caribe (ALC) y lo que puede hacer la región para prevenir sus efectos, tanto unilateralmente como a partir de los incentivos que surjan de acuerdo mundial sobre cambio climático que negociará las Naciones Unidas en Copenhague.
Según el informe, América Latina y el Caribe, la región con mayor biodiversidad del mundo, tiene los recursos y el liderazgo para ser parte activa de la solución global necesaria para llevar al mundo hacia una senda de desarrollo con baja emisión de carbono. Es pertinente mencionar que es la primera vez que la oficina del economista jefe para América Latina considera al cambio climático como el tema de investigación más importante de su principal publicación anual.
El informe antes mencionado, elaborado por Augusto de la Torre, Pablo Fajnzylber y John Nash, indica que «la región ya sufre los efectos del cambio climático. Sin embargo, no es una fuente importante de las emisiones que generan el calentamiento global gracias a su matriz energética limpia y a sus políticas innovadoras para promover un crecimiento con baja intensidad de carbono. América Latina produce sólo el 6% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en el sector energético y 12% de las emisiones de todas las fuentes, incluidas la deforestación y la agricultura«.
Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú, localizados en América Latina, son cinco de los diez países con mayor biodiversidad, sin embargo también conforman la lista de los 15 países cuya fauna corre un mayor peligro de extinción.
Los países y ciudadanos de América Latina, en particular los que viven en condiciones de extrema pobreza, son gravemente vulnerables a los efectos del cambio climático. El compromiso de los países con una economía más desarrollada debe basarse en el entendimiento de que los países industrializados «cargan una responsabilidad histórica por las actuales concentraciones de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático», sostiene el informe. Por lo tanto -agrega- un compromiso concertado que involucre a América Latina debe estar basado en la idea de que una mejor gestión ambiental debe ir de la mano con el crecimiento económico.
El informe enfatiza que «muchas de las acciones necesarias para reducir las emisiones en la región y adaptarse al cambio climático tienen sentido desde la perspectiva económica y social, y con frecuencia también desde la perspectiva financiera, independientemente de consideraciones de cambio climático«.
Se debe tener en cuenta que los países de esta región en desarrollo han implementado medidas para combatir el cambio climático. México, ha implementado la Estrategia Nacional de Cambio Climático 2007 que adopta objetivos voluntarios de largo plazo. Por ejemplo, en el sector energético, la estrategia identifica un potencial de mitigación total de 107 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en 2014, equivalentes a una reducción de 21% respecto de un escenario sin cambios.
Brasil sigue buscando su la independencia energética por medio de un fuerte aumento de las fuentes de energía alternativas, energía hidroeléctrica, etanol y biodiesel. Su producción de etanol extraído de la caña de azúcar es sostenible tanto en términos financieros como ambientales, sin contribuir al desvío de tierras destinadas a los cultivos alimentarios.
En Bogotá (Colombia) se trabajó con políticas de transporte público amigables con el medio ambiente. Dicha iniciativa nació inicialmente en Curitiba (Brasil) y posteriormente se replicó a mayor escala en otras ciudades de la región colombiana. Costa Rica es reconocida internacionalmente por sus esfuerzos para fijar un valor financiero a la preservación de los ecosistemas, a través de varias iniciativas de «pago por servicios ambientales». Hacia el sur del continente, en Argentina, se trabaja con sistemas de energía renovable en zonas rurales, que proporcionan electricidad confiable a precios que están al alcance de las comunidades e inciden positivamente en la productividad y el empleo en el campo.
Muy a pesar de estas innovaciones, América Latina presenta una tendencia de crecimiento con un incremento en las emisiones de carbono. De mantenerse las tendencias actuales, se proyecta que las emisiones de CO2 derivadas del consumo de energía en la región se incrementarán en un 33% per cápita (superior al promedio mundial de 24%) entre 2005-2030.
El estudio indica que para mantener a América Latina y el Caribe en la senda de alto crecimiento con baja intensidad de carbono, se necesita un marco normativo coherente. Pablo Fajnzylber señala además que «si la región se pone a la vanguardia, podría aprovechar los mecanismos internacionales de participación en el financiamiento de tecnologías de baja intensidad de carbono y crear nuevas ventajas comparativas».
Por su parte, John Nash acota que «América Latina ha demostrado un compromiso con la lucha contra el cambio climático que ha trascendido los ciclos políticos. Este es el momento para que la región actúe como un líder dentro de las naciones en desarrollo y formule soluciones globales constructivas. Si los gobiernos toman las decisiones correctas en el corto plazo, lograrán contribuir a un avance sustantivo en la conformación de una economía de mercado más sostenible.»
El informe hace énfasis en que una buena adaptación al cambio climático es fundamental para una política de desarrollo de largo plazo y que todos los países deben participar de este esfuerzo.
Fuentes: