Actualmente nuestra sociedad rinde cierto culto a la juventud y se rechaza el proceso de envejecimiento, se ve como algo decadente y se lanzan al mercado muchas soluciones «anti-edad» desde las cirugías hasta cosméticos para evitar las arrugas. En este momento es posible trabajar con la medicina para lograr revertir procesos de envejecimiento hasta cierto nivel, pero Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo advierte que los esfuerzos de la biología molecular por encontrar las claves de la longevidad no tiene otra justificación que buscar soluciones para pacientes que sufren de síndromes de envejecimiento acelerado o enfermedades asociadas al envejecimiento normal.
Para Otín, la búsqueda del elíxir de la vida eterna es además de innecesario, ilógico, porque de acuerdo al especialista, si nuestras células no murieran a su debido tiempo, «nuestra médula ósea pesaría una tonelada». El especialista recalca que la ciencia puede ayudar a resolver los problemas de la existencia humana, pero «son innecesarios los sueños de inmortalidad. Aceptemos el paso del tiempo; somos vulnerables y finitos», «mi propuesta es un diálogo con el ambiente», indicó.
El experto explicó que «con tan solo cuatro proteínas se puede volver atrás en el tiempo hasta un estado embrionario», durante una conferencia realizada en la ciudad de Gijón. Para Otín, revertir el paso del tiempo representa una carga pesadísima para el ser humano, pero «afortunadamente hay una serie de argumentos que nos llevan a la mortalidad», explicó el catedrático.
Durante su participación en las actividades del 15.º aniversario de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), el especialista hizo un repaso de los cuatro modos de alcanzar la inmortalidad que han desarrollado varios organismos vivos: una medusa, un gusano planaria, las hidras y una bacteria sintetizada, que pueden alcanzar el estado de eterna juventud.
El científico asegura que hay ciertos estudios «impactantes» que permitirían concretar determinadas mutaciones genéticas, pero no por ello es posible alcanzar la inmortalidad de los seres humanos «hay que ser muy cautos» resaltó.
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