Un estudio realizado en el Reino Unido identifica la depresión tras sufrir un infarto al miocardio, como una de las causas que duplica las probabilidades de que un paciente muera por causa cardiovascular. Sin embargo otros estudios indican que las depresiones manifestadas tras un infarto al miocardio no implican mayor riesgo de muerte. El debate continúa y los expertos exponen sus distintos puntos de vista.

Un estudio realizado en Inglaterra con la participación de 588 sujetos hospitalizados por infarto al miocardio, con una edad promedio de 60 años. Se seleccionaron a personas que presentaban infarto de miocardio de acuerdo a los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Para medir el nivel de depresión de los pacientes se utilizó la escala HADS (Hospital Anxiety and Depression Scale), estableciendo que una escala de 17 puntos o mayor sería un indicador de depresión. Se logró controlar con la escala HADS a 441 pacientes; de ellos,  273 no estaban deprimidos, 96 sufrían depresión de inicio previo al infarto de miocardio y 71 tenían depresión posterior a dicho episodio.

El 7% de los pacientes sin depresión murió por causa cardiovascular, también falleció el 2% de pacientes que tenían depresión pervia al infarto y el 14% de los afectados por una depresión posterior al infarto. Con estas difras los investigadores concluyeron que en adultos mayores que sufren un infarto al miocardio el la aparición de episodios de depresión implica el incremento del riesgo de muerte por causa cardiovascular, mientras que aquellos que ya presentaban depresión previa al infarto no experimentaban incremento en el riesgo de muerte.

La Dra Elizabeth Martens, del centro de investigación de psicología en enfermedades somáticas de la Universidad de Tiburg, indica que “ciertos subtipos de depresión presentes en pacientes con infarto de miocardio pueden ser diferencialmente vinculados con el pronóstico de evolución cardiovascular”  y considera que se debería prestar más atención al momento de inicio de la depresión. Martens señala que lo más probable es que los episodios depresivos que aparecen en los pacientes después del infarto, sean de etiología diferente a los episodios preexistentes. La investigadora asegura además que no existe aún un estudio experimental que demuestre una relación causal entre  depresión y el riesgo de muerte  después de un infarto de miocardio.