La presencia del castellano en EEUU no es algo reciente. Desde de que en 1513 Ponce de León visitara la Florida, la presencia del idioma de Cervantes ha sido ininterrumpida en este país. Sin embargo la autentica eclosión del español se ha producido recientemente, tras la llegada en masa de inmigrantes de países hispanos, y en este momento este país posee la segunda comunidad de habla hispana del planeta, con el permiso de México. En la práctica totalidad del territorio la presencia hispana –primera minoría del país- es enorme y en aumento, incluso mayoritaria en el caso de Nuevo México.
El español es también el idioma que más se estudia tras el inglés, tanto en enseñanza primaria como en la secundaria o la universidad. En la mayoría de las instituciones gubernamentales podremos consultar sus sitios web en español y, por supuesto, ocurre lo mismo con las compañías telefónicas, eléctricas, etc.
El uso del español está extendido en todos los niveles. Existen multitud de cadenas de televisión en español con índices de audiencia envidiables, así como emisoras de radio y prensa escrita. Todo esto explica la existencia de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, establecida en Nueva York en 1973 y perteneciente a la Asociación de Academias de la Lengua Española desde 1980.
Precisamente la revista Ñ de cultura del diario argentino Clarín se hacía eco recientemente de las palabras del secretario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, el argentino José Ignacio Covarrubias en las que reflexionaba junto al presidente de la Academia Argentina de Letras, el Doctor Pedro Luis Barcia sobre la situación del castellano en EE.UU. “El 10% de los hispano-hablantes de todo el mundo están allí, donde conviven emigrantes de 20 países con sus respectivas variedades dialectales. Es el laboratorio experimental más importante del idioma. Es el futuro del idioma», sentenciaba Covarrubias.
Página de la Academia Norteamericana de la Lengua Española: http://www.anle.us/
Artículo de Joaquín Garrido, de la Universidad Complutense de Madrid, en el que propone tres puntos básicos para la política lingüística en Estados Unidos.