Al igual que el clima, el idioma español cambia. Afortunadamente no tan bruscamente y con los graves efectos para tantas poblaciones, como se escuchan por los noticieros por estos días. Hago esta referencia por la profunda impresión que tuve hace pocos días al observar como un rutinario paisaje urbano fue alterado por una gran valla publicitaria que además con su mensaje transformó el estado de ánimo de este respetuoso hispanohablante.
La susodicha valla hace referencia a una conocida marca que pregona sus bondades acudiendo a una gran zancadilla a la ortografía. Es así como de acuerdo con la visión de los publicistas, una alternativa fue cambiar la letra inicial de muchas palabras para que hicieran juego con la letra que identifica la marca empresarial. Entonces, vaso, viva, venda, voy, quedan “baso, biva, benda, boy, porque la letra en referencia es la B.
De inmediato y gracias a los ajustes técnicos, la nueva campaña publicitaria comenzó a tomar fuerza y pegar a través de todos los medios de comunicación con música, baile y situaciones divertidas. Entonces los jóvenes ahora biven la bida con la cerveza B que les benden en todos lados y por eso, consumiendo ese producto adquieren una licencia para trasgredir las más elementales normas ortográficas de nuestro idioma.
No protestan quienes defienden el idioma, mucho menos los medios de comunicación que viven del buen idioma, porque la publicidad es, según su parecer, otra cosa que se puede hacer y deshacer solamente porque sí y obviamente por el dinero.
Lástima grande que la creatividad tenga que llegar a cometer cualquier cantidad de atropellos e infracciones contra el idioma español para sustentar una campaña, cuando lo que se requiere es todo lo contrario: que a través de la misma publicidad se genere un sentimiento de motivación para conocer algo de la riqueza de este gran idioma español.
Me iba a despedir, pero no puedo dejar pasar esta otra palabra con la que otros publicistas, o de pronto el capricho del dueño de la empresa de transporte, busca llamar la atención obligando a leerla una y otra vez: “Excluciva”. Hasta la próxima.