Ahora vivimos en un mundo donde la inmediatez y el consumismo es una práctica bastante común y es alentada especialmente por los medios de comunicación en sus anuncios comerciales para vender productos y servicios.
Es importante que tomemos conciencia del hecho científicamente comprobado de que la tendencia a la inmediatez puede poner en peligro nuestro futuro éxito. Un proyecto experimental que se conoce como «El desafío de malvaviscos (o marshmallow)», se inició por una iniciativa del psicólogo Walter Mischel de la Universidad de Stanford en los EE.UU. en los años 60, y muchos otros expertos replicaron el proyecto comprobando con resultados sorprendentes y contundentes los resultados obtenidos en los años 70.
Pruebas científicas
El experimento consistió en colocar a varios niños juntos en una habitación, donde un científico que estaba allí para cuidar de ellos, les dijo que necesitaba salir de allí por algún tiempo para resolver un problema, y les ofreció a los niños un malvavisco el cual no podían comer hasta que él regresara, y así les daría otro más, y los que no podían esperar no les daría más.
Esto sin duda es una especie de desafío capaz de probar la profundidad de la determinación de cualquier niño de tan solo cuatro años de edad, porque dentro de su cabecita se está librando una feroz batalla entre el impulso y la moderación, el deseo y el yo, y el subconsciente, el consciente, la emoción y la razón; entre la satisfacción y el retraso.
Alrededor de dos tercios de estos niños fueron capaces de esperar el regreso de los científicos y ganaron dos malvaviscos, mientras que un tercio de ellos no pudieron esperar el regreso de los científicos y recibieron sólo un malvavisco (En el video adjunto en el que se muestra un experimento en Colombia, se puede ver que en ese país la proporción es inversa, pues solo un tercio no se comió el malvavisco.)
La observación de la elección que cada niño había sido capaz de revelar, a través de un análisis rápido, no sólo su carácter, sino también la trayectoria de comportamiento que este niño podría seguir a lo largo de su existencia. Catorce años más tarde, cuando los niños ya eran adolescentes, hubo una gran diferencia en su comportamiento social y emocional, entre los que se comieron los malvaviscos inmediatamente y los que esperaron y les dieron dos malvaviscos.
Los niños que se resistieron a la tentación de cuatro años de edad, cuando fueron adolescentes se tuvieron un comportamiento más competente socialmente, eran optimistas, enérgicos, equilibrados, flexibles, seguros de sí mismo, decididos y capaces de superar con mayor facilidad, los traumas y los contratiempos de la vida. Y catorce años más tarde, todavía llevaban en sí mismos la capacidad de demorar la gratificación en un intento de alcanzar sus objetivos.
En contraste, aquellos que pertenecen al grupo constituido por el tercio de los niños que decidió tomar el malvavisco inmediatamente, tenían menos habilidades y cualidades en relación con los niños que fueron capaces de controlar el impulso. Su perfil psicológico demostró que eran significativamente más problemáticos, más reactivos, tímidos en contactos sociales, tímidos e indecisos en la toma de decisiones, se salen de control con mayor facilidad frente a pérdidas y frustraciones, y se bloquean bajo situaciones de presión. Ellos eran más pesimistas acerca de la vida, resentidos y desconfiados de la gente, tiendían a ser extremadamente celosos y envidiosos emocionalmente, fácilmente se involucraron en discusiones y respondieron, a veces de forma violenta.
Es interesante notar que algunos niños, incluso a los cuatro años, ya había dominado ciertas habilidades básicas y lograban descifrar la situación social y darse cuenta de que el aplazamiento sería ventajoso para ellos, lo que los distrae y ayudaba a mantener la calma para lograr el objetivo final que era recibir dos malvaviscos.
Incluso en la evaluación de los padres de los estudiantes que habían esperado pacientemente, se identificó que eran más competentes en los estudios, más equilibrados, definían más claramente su relación de proyectos a futuro, y les gustaba estudiar y aprender más.
Se considera que una persona que es demasiado perezosa para trabajar y estudiar, y prefiere pasar el tiempo hablando en un círculo de amigos, así mismo prefiere la elección del placer momentáneo y eludir los compromisos y responsabilidades, en lugar de invertir en su propia educación, por ejemplo, puede comprometer irreversiblemente su futuro profesional.
Un alcohólico se le hace difícil dejar el vicio, porque la bebida adormece la mente, lo que le hace olvidar los problemas del día a día. Irónicamente, parece que también beben para olvidar que son adictos al alcohol. A la hora de elegir y seguir este camino, elige el placer momentáneo, a expensas de su salud en el futuro, hasta llegar a la etapa de dependencia física y psíquica. En esta etapa, el individuo nunca dejará de ser un alcohólico, se negaría a admitir su enfermedad y buscar ayuda de expertos para limpiar su cuerpo, pero si lo hace, tiene que pasar el resto de su vida tratando de evitar tomar un trago.
La elección de éxtasis momentáneo causado por la droga y la opción que conduce a la pérdida de salud física y su bienestar es mayor que la dignidad humana, como si se gastara más allá del límite de su tarjeta de crédito y tiene que pasar el resto de su vida pagando sólo intereses exorbitantes, incapaz de pagar la deuda principal. Cuando invertimos en nuestra salud física y mental, estamos haciendo una inversión para toda la vida.