Para que las empresas puedan lograr el éxito en estos tiempos de cambio, deben definir y adoptar un marco estricto de sostenibilidad que abarque las actitudes y principios de la empresa, para ayudar a construir los fundamentos que permitan a la organización alcanzar su sostenibilidad y los objetivos del negocio – y debería ser algo que debe ir más allá de de las buenas intenciones-.
El punto de partida para cualquier evaluación de la sostenibilidad de las empresas debe basarse en el trabajo de la generación anterior. La Comisión Brundtland, establece además que, en la práctica, tenemos que encontrar una manera de satisfacer las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. El trabajo del comité muestra un mundo que llega a un equilibrio entre el consumo y la cantidad de recursos requeridos por cada persona, con el tiempo se llegaría a un punto sostenible, de modo que la equidad y la justicia están también implícitas en la definición.
Se podría decir entonces, que la sostenibilidad es un factor de riesgo, pero abarca todos los aspecto de las organizaciones. Algunas empresas y sus prácticas comerciales, así como muchos inversionistas tradicionales probablemente no tienen ninguna posibilidad de éxito si intentan participar en esta nueva realidad, a medida que vamos avanzando a una situación inevitable, que es necesaria para corregir el excesivo consumo en el mundo.
Además, durante la actual crisis económica, hemos sido testigos de la aclaración del significado de la sostenibilidad, como un concepto que va más allá de la pura supervivencia de las empresas y abarca la supervivencia del medio ambiente, factores sociales y de gobernanza (factores ESG por sus siglas en inglés).
Recordemos que los principales factores ESG que se aplican a todos los sectores e industrias son: eficiencia energética, emisiones de gases de efecto invernadero, rotación de personal, entrenamiento y calificación de empleados, madurez de la fuerza de trabajo, tasa de ausentismo, riesgo de juicios, corrupción, ganancias obtenidas de los nuevos productos. Además de estos factores se han añadido algunos más a industrias específicas.
Para medir la verdadera sostenibilidad por lo tanto, necesitamos un marco que abarque los principales factores – no sólo los que consideran los analistas financieros para medir la rentabilidad y el valor de la empresa, tales como el retorno sobre el capital, el precio de las acciones, el flujo de caja, etc.- Al mismo tiempo, este marco tiene que evaluar a las empresas que buscan tener éxito en un mundo en constante cambio, evaluando su posición en términos de riesgos, considerando los factores ESG.
Sugerimos que las empresas deberían ser evaluadas a partir de la medición en una escala de sostenibilidad relativa teniendo en mente un conjunto óptimo de puntuaciones que van desde 1 -, donde en la empresa que representa a un mundo más sostenible (y es casi seguro que ninguna empresa se encuentra actualmente en el nivel 1) – a 0, lo que denota las empresas que no tienen esperanza de sobrevivir.
La clave de este marco general es que el incumplimiento de cualquiera de los factores lleva a la descalificación. En consecuencia, la ESG y los principales factores actúan de forma independiente y paralela en esta evaluación de riesgos, en lugar de ser factores en una escala de porcentaje.
Incurrir en una falta en una – o todos – los factores ASGFQ (Ambiental, Social, Gobierno, Finanzas, Gestión de la Calidad) puede llevar a una compañía a alcanzar el índice 0. Se supone que muchos o la mayoría de las empresas tendrá una puntuación que oscila entre 0,1 y 0,9, la mayoría de los cuales se distribuyen entre las tasas de 0,1 a 0,5, y que podría convertirse en un factor para la inversión.
Teniendo en cuenta que cualquiera de los factores da lugar a la descalificación, no habría espacio para establecer cálculos que permitan a la compañía una puntuación de 30% de su factor E, el 40% para el factor de S y el 30% para el factor de G, por un total de 100%. O cualquier otro resultado engañosamente alto.
Las empresas que fallen en cualquiera de estos factores, pueden alejar al negocio del éxito. Es por ello que los factores tienen un peso menor al 100%. Además, hay aspectos que descalifican a las empresas que están tratando de evitar los riesgos, a medida que se enfrentan con un mundo cambiante, en lugar de abrazar el concepto de que la excelencia sólo se puede lograr mediante la superación de todos los elementos en conjunto.
Este método es por lo tanto, de igual importancia mundial tanto para las empresas «comunes», como para aquellas que realizan una inversión socialmente responsable. Los inversionistas y los propietarios de activos que pasan por alto este hecho, están «cavando su propia tumba». Por esta razón se le da el nombre de «Sostenibilidad 2.0».
Para entender estos factores, en forma más específica, comprenda que:
E – Son los Impactos ambientales, riesgos y oportunidades. Por ejemplo, el ranking de impactos ambientales Trucost (www.trucost.com), muestra las empresas que promueven el mayor daño al medio ambiente por cada dólar de ganancias o ingresos, así como el Índice de HSBC Climate Change, que analiza las compañías que tratan de encontrar las mejores y más innovadoras soluciones para mantener el equilibrio del medio ambiente.
S – Los riesgos y oportunidades. Probablemente, las medidas sociales son más difíciles de cuantificar, pero empresas como KLD (hoy propiedad de MSCI ) brindan servicios para medir este impacto. Se analizan temas como las relaciones laborales, los derechos humanos, la diversidad, la seguridad del producto, entre muchos otros factores.
Cualquier empresa que no presente un buen rendimiento en estas cuestiones corre el riesgo de no atraer o no retener a los mejores empleados. De hecho, es menos probable que puedan mantener a los accionistas que se centran en temas sociales específicos, tales como la participación en el problema de Sudán, o no mantener a los clientes que se preocupan por otras cuestiones sociales diferentes a su estilo de vida.
En el lado positivo,estas estructuras han permitido establecer una especie de «Bolsa de Valores Social», como la financiada por Rockefeller. A través de la cual las empresas tendrían que demostrar los mejores atributos sociales para mantener la adherencia. Este tipo de «intercambio plus» ya está en marcha en Brasil y Sudáfrica, y ha tenido éxito.
G – El riesgo administrativo real. Muy bien presentado por The Corporate Library, que pone en evidencia un exceso en los sueldos, la composición de la junta directiva y los conflictos de intereses relacionados con el tema. Por ejemplo, la Biblioteca Corporativa señaló a Bear Stearns y Lehman Brothers como Ds y Fs en su sistema de puntuación que permite establecer un sistema global de riesgo de sostenibilidad real, tal como se propone, habría protegido, respectivamente, a cada uno de sus inversionistas.
En el lado positivo, las empresas que premian a todos los empleados, accionistas e inversionistas por igual y tienen un control total de los sueldos y los incentivos, sin lugar a dudas representan un ideal que pocas empresas pueden alcanzar, pero los que están más cerca de tener un gran desempeño. Las empresas «private equity» son cada vez más conscientes de que para maximizar sus activos de la mejor manera, se necesita tener el mejor desempeño en estas áreas. Cada vez más y más inversionistas de corto plazo reconocen que este es el camino a seguir .
F – Criterios financieros tradicionales. Para citar uno de muchos ejemplos: GM habría recibido un cero automático en los dos últimos años, aunque es apoyada ampliamente por sus inversionistas pasivos. Si usted tuviera un índice como el que tenía GM, entendería que parte de sus activos estaban condenados. Por lo tanto, incluso para los inversores pasivos, es esencial tener en cuenta los riesgos para la sostenibilidad. Ni que decir de la combinación de criterios con el riesgo financiero positivo para la sostenibilidad para obtener el mejor de los casos de los mundos posibles.
Q – Gestión de la calidad es algo que sólo puede lograrse mediante la interacción directa y el sentido común de los inversores. Por lo tanto, la sostenibilidad exige inevitablemente la interacción humana, del diálogo cara a cara y el entendimiento de que la gestión se ha comprometido a la plena integración de la sostenibilidad – es decir, poner manos a la obra, y no sólo quedarse a nivel de discurso.
La inversión y evaluación del negocio sin tener esta estructura en mente es, inevitablemente, hacer caso omiso de algunos o todos los riesgos que son críticos para el éxito de la empresa. Wal-Mart anunció recientemente políticas, por ejemplo, que están a la altura de lo que muchos inversionistas requieren de un marco más amplio, que incluye decisiones sobre la gestión y otros factores de relevancia.
En definitiva, la sostenibilidad real bien puede ser el Santo Grial – algo por lo que se está luchando, en lugar de algo que se puede descartar por completo. Esto probablemente puede ser considerado algo bueno, ya que los mercados tienen ganadores y perdedores, y la creatividad y la innovación deben ganar al final.
Fuente:
http://blogs.funiber.org/direcao-empresarial-rsc/2009/12/11/sustentabilidade-20/