Hasta hace unas  décadas, era un tema tabú, ni los centros de formación de empresarios, ni a los miembros de las sociedades daban mucha importancia all tema de la Responsabilidad Social Empresarial,  hoy  es un tema en medio del debate, y está en la mira de los sectores preocupados por el desarrollo humano y social.  Ojalá  no acabe por perderse en el camino como sucedió con el tema de la calidad.  Uno de los lados más polémicos  a debatir  por los agentes implicados en el tema es si debe ser de obligado cumplimiento  para las empresas.  Además, está en discusión si los estados deberían legislar para normarla o se presupone  que actúe la  dimensión  moral del empresario, frente a la sociedad que le produce  dinero.

Las pymes deberían plantearse esta cuestión, sobre todo porque los usuarios o consumidores cada vez lo exigen más, y la mayoría de las multinacionales ya lo aplican, han comprendido  que el objetivo de la empresa  no es sólo ganar dinero, sino que además debe buscar la forma de devolver parte de esos beneficios, como una retribución solidaria. Y eso se debe hacer no porque  sea mandato legal, sino porque la esencia, el germen empresarial nace de la sociedad, la utiliza para sus fines y,  por una lógica ética debería volver a ella.

Pero como todos los procesos humanos, no sólo se trata de obedecer leyes, donar dinero alguna vez para sostener un proyecto, o tener un discurso de responsabilidad con el medioambiente. No, va más allá, es una forma de pensar, de quehacer cotidiano, es decir un comportamiento  por parte de empresarios  y empresas para revertir parte de sus beneficios tangibles e intangibles.  El mundo africano y sudamericano, no debe seguir esperando que los bloques económicos se acuerden de sus necesidades,  o que sus gobiernos suban impuestos. Lo que deben exigir es que  como principio de vida los empresarios (aún los pequeños), en la medida de sus posibilidades (ganancias) efectivicen la Responsabilidad Social.

La Responsabilidad  Social   se debe ver desde tres vértices,  el eje es la empresa. Primero, ordenar la casa. Segundo,  hacer mejoras dentro de la organización, es decir,  que  los empleados  se sientan  satisfechos al identificarse con los valores de la empresa, lo que garantiza alta productividad, pero también debe notarse en la rentabilidad laboral.  Mirar el espacio más próximo e implementar medidas que beneficien a proveedores, clientes, competencia, mercado, administración, etc. Tercero, otro espacio más externo, mucho más amplio, destinado al entorno social  y medio ambiental.

Existen propuestas estratégicas, desde estos tres vértices, para ser socialmente responsable desde la empresa, el asunto pasa por decidirse a pensar y actuar de manera contundente.

Sería un engaño ser socialmente responsables sin antes atender a los que directamente construyen la riqueza; así, en la medida de lo posible y valorando los recursos materiales humanos  y económicos de la empresa, es propicio poner en marcha medidas que mejoren las condiciones de vida de los empleados y sus familias, porque si se logra atar  las necesidades básicas de la familia con las conciliaciones laborales, se conseguirá un éxito rotundo. Añadido a esto se debe considerar la promoción y desarrollo personal y profesional, dejando en libertad al trabajador  para que ejerza su derecho a libre asociación, todo basado en un diálogo permanente, se logrará un ambiente cada vez más grato, productivo y competente. Asimismo No olvidar cuidar la salud, reducir los riesgos y en general velar por el bienestar de todos.

Una vez  implantadas las acciones responsables del efecto interno, es el momento de ocuparse de otros grupos relacionados con la compañía. Es elemental iniciar por todas aquellas medidas que contribuyan a mantener, promover y potenciar una relación directa y responsable con los proveedores, socios, competidores, clientes, consumidores, asociaciones sectoriales y profesionales, administración pública entre otros. En todo esto deben participar todos los empleados.

Es el tercer bloque el que, erróneamente y de forma casi generalizada, es considerada como la única, perfecta y auténtica forma de responsabilidad social que deben cumplir las empresas  que quieran ser responsables. Y en parte es cierto, pero no es la única área a esforzar para implantar mejores estrategias. Sin establecer una escala valorativa, los dos vértices anteriores son igual de importantes.  Las estrategias que  proponemos  en este entorno más amplio son todas aquellas acciones dirigidas a mejorar la relación social y medioambiental con la sociedad. Por ejemplo: promover y contribuir  económicamente, también de forma colaborativa o de iniciativa propia en acciones socio-educativas, que ayuden a mejorar la calidad de la educación, a impulsar la equidad de género, campañas de concienciación política de las mujeres, apoyar proyectos de ONGs, entre otros.

Algunos países tienen una normativa que favorece las acciones de responsabilidad social, sobre todo cuando se ayuda a los grupos menos favorecidos, personas con habilidades diferentes, grupos en extrema pobreza, o  violencia intrafamiliar.

En este tema no hay que ser indiferentes, prueben a implementar una estrategia, por pequeña que sea, pongan en marcha la creatividad y hagan realidad una política empresarial de responsabilidad social. De esa manera las pymes contribuirán al desarrollo económico responsable socialmente.