Deportes y competencia motriz en la infancia: cómo el tipo de juego moldea el desarrollo temprano

La competencia motriz es un pilar del desarrollo infantil. Involucra habilidades de estabilidad, locomoción y manipulación que sostienen la alfabetización física, la participación en actividad física y, a largo plazo, la salud. En los primeros años de escolarización, cuando los niños y niñas comienzan a explorar actividades organizadas, el tipo de deporte al que se exponen puede marcar diferencias en la forma en que aprenden a moverse. Un estudio reciente publicado en Scientific Reports examina esta cuestión desde una perspectiva longitudinal y ayuda a entender cómo distintas familias de deportes contribuyen, de manera específica, al desarrollo de la competencia motriz.

Competencia motriz en edades tempranas

La competencia motriz integra coordinación, equilibrio, agilidad y control del cuerpo en diversas situaciones. Desde la educación física escolar hasta el juego libre, cada experiencia ofrece demandas distintas. Por ejemplo, los juegos de invasión como el fútbol o el baloncesto exigen desplazamientos rápidos, cambios de dirección y toma de decisiones en espacios dinámicos. Los deportes de bateo y fildeo, como el béisbol o el sóftbol, enfatizan el control del implemento y la coordinación óculo-manual. Las disciplinas de red y pared, como el bádminton o el voleibol, requieren precisión, control postural y lectura del juego. Finalmente, los juegos de blanco se centran en la puntería y la economía del gesto. Según indican diversos marcos teóricos, estas demandas específicas podrían traducirse en adaptaciones diferenciadas en las tres grandes áreas de la competencia motriz: locomotora, manipulativa y de estabilidad.

¿Cómo se realizó el estudio?

El estudio siguió durante seis meses a 124 niños y niñas de seis años. Tras una evaluación inicial, los niños fueron valorados nuevamente a los 3 y 6 meses con la batería Motor Competence Assessment, que incluye seis pruebas distribuidas en tres dominios: estabilidad, locomoción y habilidades manipulativas.  La cohorte se organizó según el deporte practicado al menos dos veces por semana durante el periodo de observación: juegos de objetivo (por ejemplo, tiro con arco), bateo y fildeo (béisbol y sóftbol), red/muro (bádminton, tenis de mesa y voleibol) e invasión (fútbol y baloncesto). Un grupo control no practicó deportes estructurados. Las pruebas valoraron velocidad de lanzamiento y de golpeo de balón, salto de longitud, carrera con cambios de dirección y tareas de equilibrio y coordinación, para perfilar percentiles por dominio motriz. Con este diseño de cohorte se observó la evolución natural de la competencia motriz en función del tipo de deporte practicado.

Resultados relevantes

Los cambios más claros se observaron en las habilidades locomotoras y manipulativas. A los seis meses, quienes practicaron juegos de invasión mostraron un avance superior en la locomoción frente al grupo control y frente a quienes realizaron deportes de red y pared, bateo y fildeo o juegos de blanco. Por otro lado, tanto los juegos de invasión como los de bateo y fildeo se asociaron con mejoras destacadas en el dominio manipulativo, superiores a las de los grupos de red y pared, blanco y control. En contraste, no se detectaron diferencias significativas entre grupos en la estabilidad postural a lo largo del seguimiento, lo que sugiere que las tareas de equilibrio podrían requerir estímulos más específicos o periodos más prolongados para mostrar cambios medibles. Además, la diferenciación entre grupos comenzó a hacerse visible ya a los tres meses en varios indicadores, consolidándose al sexto mes.

Implicaciones finales

Estos hallazgos sugieren que seleccionar y combinar experiencias deportivas en edades tempranas puede modular trayectorias de aprendizaje motor. Los programas escolares y extraescolares que integren juegos de invasión y, adicionalmente, deportes de bateo y fildeo, podrían potenciar de forma complementaria las habilidades locomotoras y manipulativas. Por otro lado, si el objetivo es mejorar la estabilidad, conviene incorporar tareas y progresiones específicas de equilibrio. Conviene considerar que el estudio tuvo un periodo de seguimiento relativamente breve y un enfoque observacional, por lo que factores como el entorno familiar, la motivación o el contexto escolar podrían influir en los resultados. Aun así, la evidencia aporta una guía práctica: ofrecer variedad, progresión y retos acordes a la edad favorece una alfabetización física más sólida desde el inicio de la escolaridad.

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Fuente: Adherence to different types of sports shapes motor competence development in preschool children