La neuroarquitectura nace con el objetivo de dar respuesta a la demanda de la sociedad de disponer de espacios construidos bajo parámetros subjetivos, como las emociones o la felicidad.
La web Plataforma Arquitectura define la neuroarquitectura como el acto de “diseñar entornos eficientes basados no solo en parámetros técnicos de legislación, ergonomía y confort ambiental, sino también en índices subjetivos como la emoción, la felicidad y el bienestar”.
Esto se podría traducir en hospitales que ayuden a la recuperación de los pacientes o espacios de trabajo que potencien el rendimiento y creatividad de sus empleados.
La neuroarquitectura tiene su origen en 1950. El médico estadounidense Jonas Salk, durante una estancia en Italia, descubrió que su creatividad e inspiración aumentaban cada vez que visitaba determinados monumentos arquitectónicos.
Al regresar a Estados Unidos, con la colaboración del arquitecto Louis Kahn, solicitó la construcción de una escuela de investigación en las áreas de biología molecular, genética, neurociencia y biología vegetal que permitiera vincular la estética y la funcionalidad en la misma construcción.
La revista Admagazine establece varios aspectos que deben tenerse en cuenta en la neuroarquitectura:
- La luz natural favorece a aumentar la concentración de las personas.
- Los espacios verdes son también de utilidad para generar calma e incrementar la concentración
- La influencia de los colores en los estados de ánimo es ya un aspecto ampliamente estudiado. Los tonos verdes, azules y amarillos reducen el estrés y aumentan la sensación de confort. Para la concentración, son los tonos cálidos, como el rojo, los más recomendables.
- Elementos arquitectónicos, como por ejemplo edificios rectangulares, pueden resultar menos agobiantes. “Cuando se trata de muebles, por ejemplo, en un jardín de niños, las curvas serían más interesantes que las esquinas, que se asemejan al peligro y al miedo, lo que puede hacer que algunos niños se asusten y reaccionen”, recuerda la web Plataforma Arquitectura.
- Los sonidos ambientales deben estudiarse según el tipo de proyecto. Por ejemplo, la posibilidad de diferenciar espacios de trabajo para evitar que se interponga en la producción de los empleados.
FUNIBER patrocina un gran número de programas universitarios centrados en formar a los profesionales para que desarrollen ciudades y espacios que tengan en cuenta las necesidades de diferentes colectivos. Uno de los cursos ofrecidos es la Maestría en Proyectos de Arquitectura y Urbanismo.
Fuente: Neuroarquitectura: ¿cómo responde tu cerebro a los espacios?
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