En contra a las grandes empresas de alimentación, relacionadas muchas veces a un empeoramiento de la alimentación y al abuso en el uso productos químicos en las plantaciones, programas de huertas comunitarias se desarrollan en todas las ciudades del mundo.
En América Latina, algunos programas de agricultura urbana han revelado éxito y pueden ser referencias para repensar la arquitectura urbana y apoyar iniciativas similares.
Un ejemplo es el programa “Siembra Iztapalapa, Agricultura Urbana”, desarrollado en la Ciudad de México. Con la participación de 200 vecinos organizados en comités, el programa consiguió utilizar espacios públicos como huertas y, además de modificar el paisaje, mejoró la economía local mediante la venta de parte de la cosecha a precios bajos. Además de los espacios públicos, el programa incentivó la cosecha en las propias casas, llegando a involucrar 8.000 familias.
Ya en la capital venezolana, el proyecto, ejecutado por una fundación de apoyo a la revolución agraria (CIARA), consiguió crear casi 9.000 unidades de protección agrícola dentro de la ciudad. En 2012, un total de 9.413 productores desarrollaron pequeños espacios agrícolas en sus casas o espacios comunitarios para el autoconsumo, intercambio y distribución a precios justos.
En Chile, un estudio realizado por la ONG Red de Agricultura Urbana (RAU) contabilizó 39 huertas urbanas alrededor de la ciudad de Santiago, en 2012. Crearon la “Ruta de las Huertas” que reúne el conocimiento de las personas encargadas de cuidar de las horas y una red de información compartida.
Movimientos como éstos deben inspirar los arquitectos a pensar una ciudad próxima al tema de la alimentación, y colaborar con los beneficios económicos, ambientales y sociales que la agricultura urbana puede generar.
Fuente: http://www.plataformaarquitectura.cl/?p=319188
Foto: algunos derechos reservados por Huerta Agroecológica Comunitaria “Cantarranas”/Flickr.