Se sabe que se puede utilizar sacarosa en agua, en chupetes, o en el amamantamiento cuando un infante es sometido a una intervención invasiva, usualmente para reducir el dolor del niño tras un análisis de rutina, pero aún no se ha llegado a definir la dosis de sacarosa adecuadas. Un equipo de doctores del Hospital for Sick Children en Ontario, Canadá, decidieron realizar un análisis para identificar el nivel de efectividad y la dosis óptima a partir de un metaanálisis en el que se incluyeron 44 estudios y 3496 pacientes.
Los investigadores lograron identificar que al suministrarle a los infantes sacarosa se lograba reducir significativamente la duración del tiempo total de llanto, pero no se consiguió reducir la duración del primer llanto al suministrar sacarosa al neonato tras a extracción de sangre capilar del talón para el cribado neonatal.
Se identificó que la saturación de oxígeno fue significativamente menor en los niños a los que se les administró sacarosa, tras la extracción de sangre capilar de talón, en comparación con los bebés del grupo de control. Además, los niños que recibieron sacarosa tras el exámen capilar de talón tuvieron puntuaciones significativamente menores en el Premature Infant Pain Profile (PIPP) tanto a los 30 segundos como a los 60 segundos.
Por otro lado, no se encontraron diferencias significativas en el cambio porcentual de la frecuencia cardíaca al minuto y tampoco se registraron variaciones importantes en los registros de PIPP para los rastreos de retinopatía del prematuro.
La Dra Janet Yamada, encargada del estudio y su equipo de trabajo manifestaron que la administración de sacarosa es segura y efectiva para reducir el dolor ante procedimientos médicos invasivos en recién nacidos, pero tras analizar todos los datos no se logró determinar cuál es la dosis óptima y sugieren realizar más investigaciones para determinar la efectividad de esta medida en combinación con otras medidas no farmacológicas.