El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), anunció recientemente que se ha logrado un acuerdo por el cual 140 países firmarán un compromiso vinculante para reducir las emisiones de mercurio. En octubre de este año se firmará en Minamata, Japón, la convención que lleva el nombre de dicha ciudad. Gracias al acuerdo logrado se prevé reducir -a largo plazo- las emisiones de mercurio en instalaciones industriales, mientras que a mediano plazo se ha planteado la prohibición de muchos productos que contienen mercurio.
El mercurio es un metal muy tóxico, que actualmente es usado para la fabricación de múltiples productos, desde baterías hasta bombillas eléctricas. Dicho metal es utilizado en algunos procesos industriales y se requiere regular su uso para evitar accidentes como el que ocurrió en los años 50 en Minamata, cuando una fuga de metilmercurio provocó la muerte de 900 personas.
Metal vetado
La convención de Minamata establecería entre los países vinculados la obligación de eliminar las baterías que utilizan mercurio, con la excepción de baterías para implantes médicos, también se eliminaría las lámparas, circuitos eléctricos, cosméticos, termómetros y otros productos que utilicen el peligroso metal.
En áreas como la minería de oro a pequeña escala y la generación de energía por quema de carbón, solo se ha logrado acuerdos parciales para lograr la reducción en el uso de mercurio. Especialistas del PNUMA señalan que los países en vías de desarrollo son aquellos que enfrentan mayores riesgos, por el escaso control que se tiene sobre la pequeña minería. El problema radica en que la pequeña minería utiliza mercurio para separar el oro de otros metales, y usualmente los residuos son lanzados a los ríos. El mercurio es un elemento muy volátil, que al ser liberado en la atmósfera se transforma en metilmercurio, una potente neurotoxina que se acumula en los peces y animales que la ingieren, y se acumula en los seres humanos que consumen productos derivados de los animales contaminados.
Para Michael T. Bender, del Grupo de Trabajo Mercurio Cero, la adopción de este acuerdo jurídico es un gran logro, pero considera también que no se ha logrado establecer un control efectivo sobre las centrales eléctricas de carbón, que son, desde su perspectiva, el mayor contaminante por mercurio en el planeta.