La cuenta de muertos sigue creciendo. Hasta el momento las autoridades han reportado que han recuperado más de 650 cadáveres y la cruz roja da cuenta de más de un millar de desaparecidos. El paso del tifón Washi ha transformado a muchas de las ciudades de Filipinas en un trágico retrato que refleja los efectos de la improvisación frente a fenómenos naturales que son frecuentes en la zona. El panorama es funesto, una maraña de lodo, ramas y árboles rodea las pocas casas que quedan en pie y las autoridades no descartan que se incremente el número de muertos en las próximas horas.
En la ciudad de Cagayan de Oro se desbordó un río causando la muerte a cientos de personas, hasta el momento se han recuperado alrededor de 215 cuerpos, la mayoría cadáveres de niños. Las inundaciones, deslizamientos y desbordes de ríos han afectado áreas como Ciudad Iligan, Valle de Compostela y Zamboanga del Norte, en algunas regiones las personas han visto sus casas totalmente inundadas y se han visto obligadas a refugiarse sobre el tejado de sus viviendas. Se calcula que unas 100 mil personas han tenido que alojarse en refugios provisionales.
Los especialistas han analizado la situación que se vive en Filipinas y aseguran que las precarias condiciones de la infraestructura local y el aumento de la deforestación en la zona han contribuído para crear un entorno vulnerable frente a desastres de este tipo.
Los tifones no son un fenómeno extraño para los pobladores locales, este país es azotado por unos 20 tifones cada año entre los meses de mayo y diciembre. En esta oportunidad se lanzó una alerta tres días antes del arribo del tifón Washi, pero los pobladores no esperaban que las lluvias causen desbordes y deslizamientos. Se requiere que las autoridades ejecuten planes para minimizar el impacto de los tifones en los próximos años, en los próximos años se podría incrementar la intensidad de fenómenos similares y los pobladores deberían estar preparados.