Diversos especialistas manifiestan que, con el avance del calentamiento global, los desastres naturales se harán más frecuentes e intensos. Al parecer los recientes episodios de La Niña en Australia y Brasil, el paso del Tornado Joplin en EEUU, los terremotos en Chile, Haití, Japón y Lorca, las inusuales caídas de nieve en Europa y Asia, parecen confirmar las teorías más pesimistas sobre el cambio climático. Esta tendencia obliga a replantear las políticas de seguridad en torno a la industria de energía nuclear, sobre todo después del desastre ocurrido en Fukushima y las enormes consecuencias que tuvo el accidente en la planta nuclear administrada por TEPCO, no solo para el Japón, sino para los países vecinos y Europa. Por ello, Alemania ha decidido aplicar un «apagón nuclear», que se ejecutará en ese país hasta el 2022.
Los gobiernos del mundo deben evaluar el nivel de riesgo que enfrentan en sus respectivos países al utilizar energía nuclear, y Alemania, ha decidido dejar de lado esa tecnología, para aplicar e investigar en torno a tecnologías de energía renovable. La canciller de Alemania, Angela Merkel, anunció que se ha firmado un pacto con los principales poderes políticos de la nación para garantizar que se desactivarán las 17 plantas de energía nuclear como máximo en el 2022; incluso el acuerdo posee una cláusula por la cual el gobierno podría decidir adelantar el apagón nuclear, dependiendo del nivel de desarrollo de las energías renovables.
La decisión tomada en Alemania no es un salto al vacío, antes de proponer el desarrollo de leyes que permitan ejecutar un progresivo apagón nuclear, Merkel solicitó un estudio para analizar si resulta viable asumir una estrategia energética que se aleje de la energía nuclear, considerando no solo el desarrollo de tecnologías alternativas, sino también las fluctuaciones en el costo de la energía para los usuarios y la velocidad de la transición.
Alemania depende de las centrales nucleares para producir el 20% de su energía eléctrica. Pero, incluso en un país tan desarrollado con Alemania, las centrales nucleares no pasaron el exámen. Después del terremoto de Fukushima se suspendieron las operaciones de las siete instalaciones más antiguas del país y se realizó un análisis de seguridad obligatorio para todas las centrales, como resultado de este análisis, se descubrió que ninguna de las centrales nucleares operativas alcanzaba un nivel de seguridad alto.
Fukushima en crisis
La central de Fukushima se ha convertido en un ejemplo para el mundo sobre los riesgos de utilizar energía nuclear en un entorno en el que los desastres naturales son cada vez más frecuentes. Los empresarios de TEPCO, jamás imaginaron que su central nuclear podría ser afectada por un terremoto de grado 9 e imediatamente por un tsunami. Como resultado de estos dos desastres, la central de Fukushima estuvo al borde de generar un «apocalipsis nuclear» y los encargados de las instalaciones reconocieron que es imposible que se pueda reconstruir la infraestructura y generar condiciones seguras de operación. En medio de los enormes esfuerzos por recuperar la central apareció una nueva amenaza: el tifón Songda.
Los trabajadores de la planta de Fukushima han hecho enormes esfuerzos para evitar que las torrenciales lluvias que azotaron Japón como consecuencia del tifón Songda produjeran una fuga de agua radiactiva. Se reportó un incremento de 20 centímetros en el nivel de agua del reactor uno, pero es muy probable que si el tifón Songda hubiese llegado con toda su fuerza hasta Fukushima el desastre habría sido inevitable.
Amenaza para la salud
Fuera de la planta de Fukushima la contaminación de alimentos ha resultado evidente. La contaminación de animales no se ha investigado, pero más de 11 mil toneladas de agua radiactiva fueron vertidas al mar, contaminando a miles de peces, y recientemente se reportó el nacimiento de un conejo sin orejas en una zona cercana a la zona del desastre.
De acuerdo a las autoridades de Japón, las personas en zonas cercanas a la central de Fukushima recibieron niveles de radiación que superan los 8 milisieverts (mSv), una cantidad muy alta, considerando que equivale al triple de la cantidad de radiación que recibe una persona en un año. Dos de los trabajadores en la central de Fukushima superaron el límite de exposición establecido por el gobierno de 250mSv. Por encima de los 100mSv pueden apreciarse daños en la piel, problemas respiratorios, náuseas y vómitos .
Se sabe que las radiaciones pueden penetrar en las células del cuerpo y causar mutaciones celulares, que, con el tiempo pueden originar diferentes tipos de cáncer. En casos de exposición prolongada y de gran intensidad, se puede observar la destrucción del sistema nervioso central, marcada debilidad del sistema inmunológico y problemas reproductivos o mutaciones en los fetos. Muchos de los niños que nacieron en zonas cercanas a Chernóbil, después del accidente nuclear, presentaban deformaciones y muchos de ellos desarrollaron leusemia con el tiempo.
La medida adoptada en Alemania ha recibido algunas críticas, porque algunos especialistas consideran que la única solución viable será trasladar la energía generada en el norte con turbinas eólicas hacia el sur del país, región en la que en este momento predominan las centrales nucleares, con el consiguiente incremento de costos. Otros críticos consideran que dejar de lado la energía nuclear obligará a los países del mundo a recurrir al uso de una fuente de energía muy contaminante: el carbón.
Nace conejo sin orejas cerca de la planta de Fukushima