Según un estudio publicado en la revista Nature, el volumen de fitoplacton que albergan los océanos ha descendido un 40% desde la década de los años 50. El estudio realizado por los investigadores Daniel Boyce, Marlon Lewis y Boris Worm, indica que la concentración de fitoplacton en la superficie marina ha descendido a un ritmo de 1% por año desde 1950, pero esta reducción se ha acelerado en los últimos años.
El fitoplacton tiene un impacto global, incluso fuera del océano. Son estos micro-organismos vegetales los que se encargan den procesar el CO2 del planeta y producir la mitad de oxígeno del planeta, sosteniendo la vida, al igual que las selvas y bosques. Además conforman el inicio de la cadena alimenticia, pues el fitoplacton sirve de alimento al zooplacton y estas dos clases de placton a su vez son alimento de miles de especies de peces.
Científicos especializados en vida marina, indican que bajo ciertas circunstancias en las que disminuye la cantidad de plancton en algunas áreas del océano, como durante el Fenómeno del Niño, una gran cantidad de aves y mamíferos marinos mueren por inanición.
Los científicos a cargo de la investigación han utilizado satélites y se ha analizado datos de derca de 450 mil observaciones realizadas entre 1899 y el año 2008. Los datos combinados indican que la masa de fitoplacton se ha reducido en ocho de las diez regiones observadas y solo en el Océano Indico se ha reportado un aumento en la biomasa de fitoplacton, sobre todo en el sur. «Hemos analizado los datos desde todos los ángulos, desde -perspectivas- locales hasta globales, para asegurarnos que no hemos producido artefactos en las estadísticas» asegura Worm y añade: «Confiamos en que los resultados obtenidos son robustos».
De acuerdo a Worm, el calentamiento de la superficie marina dificulta la circulación de nutrientes entre los niveles superiores e inferiores del océano, debido a este fenómeno el fitoplacton muere al verse privado de alimento. Los investigadores consideran que la reducción en la cantidad de fitoplacton se debe a un incremento de entre 0.5 y 1.0 °C durante los últimos 100 años. El calentamiento favorece procesos por los que el océano se divide en «capas» de forma horizontal, limitando la llegada de nutrientes a la superficie.
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