La erupción del volcán Eyjafjalla, en Islandia, paralizó el tráfico aéreo en Europa, provocando la suspensión de más de 17 mil vuelos, de acuerdo a la información proporcionada por la Agencia Europea para la Seguridad en la Navegación Aérea (Eurocontrol).
La lava surgió desde el corazón de la tierra y una columna de cenizas y humo se elevó a una altura de 16 kilómetros. Pero la lava vertida no es la mayor preocupación de los expertos. La erupción se produce muy cerca del glaciar Eyjafjalla y el contacto de la lava con el glaciar o el incremento de temperatura en la zona podría ocasionar desprendimientos de hielo e inundaciones.
Riesgo en el aire
La nube de ceniza y humo volcánico contiene partículas de roca que pueden causar daños en el fuselaje y las turbinas de los aviones, razón por la que se suspendieron los vuelos alrededor de la zona afectada. El ingreso de ceniza en las turbinas podría causar daños en el ventilador y la acumulación de partículas causaría el colapso de la turbina, ocasionando que se apague el motor durante el vuelo. La ceniza volcánica absorve fácilmente agua y puede causar cortocircuitos al filtrarse en espacios con componentes eléctrónicos.
De acuerdo a vulcanólogos, la nube de ceniza podría causar problemas en el tráfico aéreo durante al menos sesis meses si continúa la erupción.
El 15 de abril se cerró el aeropuerto de Heathrow, en Londres, el cual figura entre los terminales aéreos con mayor tráfico del mundo. Al día siguiente confirmaron la clausura de operaciones en los aeropuertos de Francfort y Amsterdam; además, cerraron su espacio aéreo en forma total o parcial Irlanda, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Finlandia, Eslovaquia, Suiza, Hungría y Lituania.