El lago Titicaca, considerado como una de las siete maravillas naturales del mundo atraviesa una grave contaminación por las aguas servidas que las ciudades circunlacustres arrojan al lago sin un tratamiento adecuado. El lago sufre de eutrofización, un proceso biológico por el cual el agua de los desagues produce metano, uno de los gases causantes del calentamiento global.
Sumado a esta situación, se ha detectado trazas de contaminantes en los peces de la zona. Según un estudio realizado por el Instituto del Mar del Perú (IMARPE) los peces del Titicaca están contaminados con mercurio y arsénico. A través de este informe, realizado en la zona norte del lago,cerca de la desembocadura del río Ramis, las especies de pejerrey y suche presentaron las trazas más altas de mercurio con valores de 0,271 mg/kg y 0,219 mg/kg respectivamente. Sin embargo, estos resultados no superan los estándares del Environmental Protection Agency (0,3 mg/kg) ni el adoptado por el resto de países como el Perú (0,5 mg/kg).
Para el director científico del IMARPE, Renato Guevara, los pobladores de la zona están propensos a consumir pejerrey y suche con altos índices de metales pesados, y aunque el mercurio se presenta en bajas concentraciones podría afectar la salud de las personas. Guevara manifestó que el mercurio tiende a acumularse en la cadena alimenticia, concentrándose primero en el zooplancton que es consumido por peces pequeños, que a su vez son consumidos por peces más grandes como el pejerrey.
La toxicidad del mercurio y su efecto en la salud humana depende de la clase de combinación y del estado de oxidación de éste. Aproximadamente el 80% del mercurio inhalado es absorbido por los pulmones y causa afecciones en los sentidos de las personas. Los síntomas más usuales son náuseas, diarrea, dolor abdominal y envenenamientos crónicos.
También se pueden presentan síntomas más complejos como los neurológicos, disminución de la agudeza visual, pérdida de la capacidad de concentración, alteraciones en la memoria, y depósito de los metales en el riñón, hígado, cerebro y leche materna.
Las combinaciones orgánicas de mercurio son altamente tóxicas para el hombre, y se ingieren a través de los alimentos. El metilmercurio se disuelve fácilmente en la grasa y pasa la barrera sangre – cerebro y la placenta; además tiene potenciales efectos mutágenos y teratógenos.