La Organización de las Naciones Unidas considera preocupante el nivel de desertificación global que el planeta atraviesa. Éste fenómeno incrementa año tras año afectando a millones de personas. Actualmente la tercera parte de la población mundial se ve amenazada por la desertificación, esto significa que afecta la subsistencia de 1.200 millones de personas en todo el mundo, según se manifestó en la octava Convención de la ONU – COPS8- realizada en Madrid.
La desertificación cuesta a la economía mundial 42 mil millones de dólares anuales, sin embargo el coste humano es incalculable. Existe una relación directa entre desertificación y pobreza; según el estudio de Evaluación de los Ecosistemas del 2008 «la desertificación es potencialmente el cambio en los ecosistemas más amenazante que impacta sobre los medios de subsistencia de los pobres».
Respecto al plano económico, las zonas áridas ofrecen oportunidades tangibles. Expertos en cambio climático han estimado que por cada dólar invertido en lo que respecta a la lucha contra la desertificación se podría obtener tres dólares de beneficios económicos, resultado que ayudaría a luchar contra la pobreza entre los millones de personas que viven en éstas frágiles tierras, favoreciendo de esa forma el logro de los objetivos de desarrollo del milenio. .
Aproximadamente 3.6 mil millones de los 5.2 mil millones de hectáreas de tierras secas utilizadas para la agricultura han sufrido erosión y degradación de suelo. Al destruirse la capa superficial del suelo, se pierde el sustento de la población.
La desertificación disminuye la diversidad biológica, la flora y su diversidad son necesarios para la conservación del suelo y para la regulación de las aguas superficiales y el clima local. La desertificación contribuye al cambio climático mundial al liberar al medio ambiente el carbono acumulado en la vegetación y en los suelos de las tierras secas, esto se da porque la desertificación permite la pérdida de capacidad de captación de carbono en los suelos.
La desertificación afecta al cambio climático con la pérdida de suelo y de vegetación. Ya que los suelos de tierras secas albergan más de un cuarto de todos los depósitos de carbono orgánico del mundo y también casi todo el carbono inorgánico, la desertificación puede liberar a la atmósfera parte de este carbono.
Frente al problema de la degradación de suelos y su impacto en el medio ambiente y hacia las poblaciones, más de 110 gobiernos han firmado la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, acuerdo que tiene como fin principal combatir la desertificación para asegurar la productividad a largo plazo de las zonas no pobladas de las tierras áridas a través de una acción efectiva de programas locales innovadores y de cooperación internacional.