(Boletín Funiber 12 – 2008) La Agencia Espacial Europea (ESA) informó que el agujero en la capa de ozono se ha incrementado en dos millones de kilómetros cuadrados, respecto a la extensión registrada el año pasado. El informe presentado por ESA indica una reducción en la extensión y la densidad de la capa de ozono en comparación con el año 2007. La pérdida de ozono es provocada por temperaturas extremadamente frías a altitudes muy elevadas y por la presencia de determinados gases destructores de ozono como los clorinos y los brominos, que provienen de productos artificiales como los clorofluorocarbonos (CFC).
El ozono está presente en toda la atmósfera, pero es en la estratósfera, aproximadamente a unos 25 kilómetros de altitud, donde la concentración de este gas cumple las funciones de un filtro solar, protegiendo a los seres vivos del planeta de los efectos nocivos de los rayos ultravioleta.
La delgada capa de ozono presente en la estratósfera absorbe los rayos ultravioleta UV-B (banda de los 280 a los 320 nm) y los rayos ultravioleta UV-C (menores a 280 nm). Los rayos ultravioleta UV-B puede provocar daños en el ADN y puede inducir a la aparición de carcinomas invasivos, escamosos (queratosis actínicas), melanomas y probablemente otros melanomas cutáneos, mientras que los rayos ultravioleta UV-C son incluso más peligrosos que los rayos UV-B. Los rayos ultravioleta UV-C son los más próximos en el espectro de radiación hacia los rayos X y rayos Gamma, son utilizados como germicidas y producen inflamación superficial de la piel.
La reducción en la densidad de la capa de ozono ha alcanzado este año los 27 millones de kilómetros cuadrados, superando en 2 millones de kilómetros al área afectada del año pasado, pero sin sobrepasar el récord registrado en el 2006, cuando el agujero en la capa de ozono alcanzó una extensión de 29 millones de kilómetros cuadrados, superficie solo comparable al espacio ocupado por toda Norteamérica.
Especialistas de la ESA explicaron que la pérdida de ozono es provocada por la acción de temperaturas extremadamente bajas a altitudes muy elevadas y la presencia de gases contaminantes que producen la destrucción de las moléculas de ozono. Entre estos gases contaminantes cuentan los clorinos y brominos que provienen de productos artificiales como los clorofluorocarbonos (CFC), sustancias químicas que por ser de origen humano no se encuentra en la naturaleza. La fabricación de productos que utilicen CFCs fue prohibida tras el protocolo de Montreal en 1987, pero estos gases aún permanecen suspendidos en la atmósfera.
Factores adversos
El tamaño y la densidad del agujero de la capa de ozono varía cada año dependiendo de las condiciones climáticas. Durante el invierno austral la atmósfera justo encima de la Antártida permanece aislada de los intercambios de aire de las latitudes medias, por lo que prevalecen los vientos conocidos como el vórtice polar. El vórtice polar se caracteriza por generar temperaturas muy bajas y propiciar la presencia de nubes estratosféricas. Al llegar la primavera en la región antártica, la combinación de la radiación solar y la presencia de nubes estratosféricas produce la liberación de clorinos radicales, y este contaminante se encarga de romper las moléculas de ozono, transformándolas en moléculas de oxígeno individuales. Una molécula de clorino puede descomponer miles de moléculas de ozono.
Los científicos aún no saben cuándo se recuperará la capa de ozono, dada las variadas dinámicas atmosféricas en las que influye el calentamiento global y el incremento de gases de efecto de invernadero (algunos de los cuales también dañinos para el ozono). Julian Meyer-Arnek, del Centro Aeroespacial Alemán indica que es difícil poder predecir una recuperación, por lo que se hace necesario continuar realizando un seguimiento anual.
Fuente: ESA