Muchos de los resultados de evaluación de la calidad en educación divulgados por medios de comunicación causan repercusión en los planes de enseñanza. No queda duda sobre la importancia de ellos para la educación, pero es necesario comprender los instrumentos y las limitaciones de estas evaluaciones e interpretar los resultados.
Quien defiende esa cautela es la catedrática Inmaculada Egido Gálvez, de la Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, en el artículo “Reflexiones en torno a la evaluación de la calidad educativa”, en español. La autora reflexiona sobre el origen y la evolución de la preocupación por la evaluación de calidad, y resalta los riesgos del método para la educación.
Egido Gálvez recuerda, por ejemplo, que la calidad, muchas veces, es un concepto subjetivo impregnado de valores que se diferencian entre las personas y el contexto. El control de calidad tiene origen en el mundo empresarial, a partir de una preocupación con el producto. Con el tiempo, la idea fue repasada para el área social como la educación.
A partir de la década de 60, se empezó a utilizar el tema de la calidad educativa para medir de manera cuantitativa los sistemas escolares. Conocido como movimiento de Escuelas Eficaces, se desarrolló una duda sobre el resultado de los esfuerzos escolares y el rendimiento de los alumnos. “Muchos autores sitúan la preocupación por la calidad de la educación en el interés de las sociedades postindustriales por la rentabilidad de los procesos educativos, es decir, en la preocupación por saber si el coste de la educación está justificado por los productos que proporciona”, afirma Egido Gálvez.
Entre los riesgos, la falta de objetividad y de diversidad de los indicadores, además de contar con sistemas de estructura preestablecida, no permiten que los exámenes se utilicen de manera fiel a los diferentes contextos.
Sin embargo, la autora sostiene que el sistema cada vez será más utilizado y se debe conocer los potenciales de esa evaluación. Cita, por ejemplo, la posibilidad de racionar costes que pueden ser dirigidos a otros temas sociales. “El hecho de que la evaluación sea realmente un estímulo de la calidad o un freno a la misma dependerá, por lo tanto, de las características del sistema de evaluación que se utilice”, señala la catedrática.
Fuente: http://www.tendenciaspedagogicas.com/Articulos/2005_10_01.pdf
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