El descanso nocturno es una pieza clave en el rendimiento y la recuperación de las deportistas, pero no siempre está claro qué lo altera y cómo se puede optimizar. Un estudio reciente publicado en European Journal of Sport Science exploró la relación entre las hormonas ováricas, los síntomas a lo largo del ciclo menstrual y el sueño en deportistas de alto nivel. Más que las concentraciones de estradiol y progesterona, son los síntomas menstruales los que se asocian con alteraciones del descanso. Estos resultados invitan a replantear las estrategias de seguimiento y manejo del descanso en el deporte femenino.
El impacto de los síntomas frente a las hormonas en el sueño
Aunque el estradiol y la progesterona regulan las funciones esenciales y fluctúan a lo largo del ciclo, este análisis no encontró relaciones significativas entre sus concentraciones y el sueño, ni objetivo ni subjetivo. En cambio, en las deportistas con ciclo natural, un mayor número de síntomas se asoció con más dificultad para conciliar el sueño y con más tiempo en sueño ligero, un patrón vinculado con una peor percepción de descanso. Según el estudio, los síntomas podrían interrumpir el sueño por malestar físico o cambios en el estado de ánimo, coincidiendo con la literatura previa en deportistas de élite.
¿Cómo se realizó el estudio con las deportistas?
El trabajo siguió durante cinco semanas a 24 deportistas de alto nivel, divididas entre quienes tenían ciclo natural y quienes usaban anticoncepción hormonal. Se midieron tres veces las concentraciones de estradiol y progesterona, se registraron a diario los síntomas y la calidad subjetiva del sueño, y se utilizó un anillo Oura para estimar variables de sueño y fisiología nocturna. Este diseño permitió comparar noches específicas del ciclo, así como contrastar días foliculares y lúteos en las atletas con ovulación confirmada.
Resultados relevantes
El estudio no encontró relaciones significativas entre las concentraciones de estradiol o progesterona y las características del sueño, ni objetivas ni subjetivas, en ninguno de los grupos. En cambio, en las deportistas con ciclo natural, un mayor número de síntomas se asoció fuertemente con una latencia de sueño más prolongada y con más tiempo en sueño ligero, indicadores de un descanso más frágil y fragmentado. De forma complementaria, se observó que concentraciones más altas de estradiol se vincularon con menos síntomas totales en este mismo grupo.
Por otro lado, durante las noches del periodo lúteo, las deportistas con ovulación confirmada presentaron una frecuencia cardíaca nocturna más alta y una menor variabilidad de la frecuencia cardíaca respecto a noches foliculares, sugiriendo un menor predominio parasimpático y, potencialmente, una recuperación menos eficiente. Mientras tanto, en las usuarias de anticonceptivos hormonales, las asociaciones entre síntomas y sueño fueron débiles a moderadas, lo que refuerza la idea de que el perfil sintomático desempeña un papel central cuando el ciclo es natural.

Implicaciones finales
Estos hallazgos sugieren que, para optimizar el descanso en deportistas, es más efectivo priorizar el seguimiento y manejo de los síntomas menstruales que diseñar estrategias de sueño basadas exclusivamente en la fase del ciclo. Intervenciones sencillas como diarios de síntomas, ajustes de carga en días de mayor malestar, higiene del sueño personalizada y soporte psicológico pueden ayudar a mitigar las alteraciones del descanso. Por otro lado, conviene interpretar con cautela las métricas de recuperación durante los días lúteos, cuando la frecuencia cardíaca tiende a elevarse y la variabilidad a disminuir. Aun con las limitaciones de muestra y la variabilidad individual, el mensaje práctico es claro: escuchar los síntomas y actuar sobre ellos puede mejorar el sueño y, en consecuencia, la recuperación.
Continúa tu formación profesional
La salud y el rendimiento de la mujer deportista requieren profesionales capaces de integrar evidencia científica con soluciones aplicadas. La Maestría en Actividad Física Orientada a la Mujer de FUNIBER proporciona una visión integral para diseñar programas de ejercicio seguros y efectivos en las distintas etapas de la vida. Es una formación orientada a la práctica que te permitirá acompañar a deportistas y mujeres activas con criterios actualizados, enfoque preventivo y sensibilidad a sus necesidades específicas.