La natación, tomada como terapia y no como disciplina de competición, puede ayudar a los pacientes con dificultades cardíacas a mejorar su condición. Esta disciplina permite ejercitar todos los grupos musculares del cuerpo con un mínimo impacto en la tensión y la aceleración del pulso de la persona, siempre y cuando se mantenga un ritmo de nado moderado. Practicar tres horas de nado por semana permite mantener bajas las cifras de tensión arterial, ayuda a controlar el colesterol y azúcar en la sangre, al mismo tiempo que reduce el stress y permite a la persona mantener el peso ideal si se acompaña el ejercicio con una dieta saludable.

La fundación española del corazón recomienda a personas que padecen enfermedades cardíacas practicar en los estilos braza, libre o espalda, pero evitar la práctica del estilo mariposa por ser un estilo que demanda gran desgaste físico. Se recomienda además realizar la práctica de esta terapia en forma progresiva, realizar una preparación previa en otras disciplinas como correr o trotar y nadar hasta alcanzar una intensidad de entre 65 y 85 por ciento de la Frecuencia Cardiaca Máxima (FCM).

Recuerde que la natación ofrece beneficios para la salud de las personas pero también está asociada a algunas enfermedades como la otitis o sinusitis, por ello es recomendable que los pacientes utilicen tapones para los oídos y clips especiales para la nariz, además debe utilizarse lentes especiales para proteger los ojos del cloro y un traje adecuado.