Casi dos mil estudiantes de ESO de la ciudad de Pamplona respondieron al test KIDMED, en un estudio que buscaba determinar el nivel de adherencia de los estudiantes a la dieta mediterránea. El estudio realizado en el 2007 revela que solo el 42,9% de los estudiantes que respondieron a la encuesta mantenían hábitos alimenticios compatibles con la dieta mediterránea. La influencia del modelo de consumo y alimentación norteamericano lleva a las personas a cambiar su dieta hacia un modelo que da preferencia a los alimentos procesados «fáciles de preparar y rápidos de consumir».

El aumento en el consumo de comida rápida es una tendencia global, pero este cambio implica usualmente el consumo excesivo de alimentos de origen animal, sobre todo de carnes y la mayor ingesta de azúcares refinados. Estos nuevos hábitos de consumo están asociados al incremento de grasas saturadas y colesterol en la dieta.

De acuerdo a los resultados obtenidos en la encuesta, la mayoría de adolescentes no se alimentaba de acuerdo a las recomendaciones de la dieta mediterránea. El 57,1% de los encuestados presentaba una adherencia media o baja a la dieta mediterránea y esto se hacía evidente al comprobar que solo un 39,8% de adolescentes encuestados comía una segunda pieza de fruta al día, solo el 26,7% tomaba una segunda ración de verduras y hortalizas, apenas el 39,9% manifestó comer regularmente frutos secos y solo el 41,5% comía pasta o arroz a diario.

Entre los hábitos poco saludables, se identificó el consumo de bollos industrializados entre el 19% de los estudiantes o el consumo diario de golosinas entre el 17,4% de adolescentes. También se identificó que el 17,3 de los encuestados no tomaba desayuno con regularidad y un 9,8% frecuentaba los establecimientos de “comida rápida”.

Adicionalmente se identificó que el deterioro de la adhesión a la dieta mediterránea era progresivo. Entre los alumnos del primer curso se pudo observar una alta adherencia a la dieta en el 49,5% de los estudiantes, mientras que entre los alumnos de cuarto curso la adherencia se reducía hasta alcanzar solo al 37,2% de los adolescentes.

La progresiva adhesión a modelos occidentales de alimentación, priorizando el consumo de alimentos procesados y dejando de lado los alimentos naturales y frescos, permite considerar que un porcentaje importante de adolescentes estaría en riesgo de de padecer alguna carencia o desequilibrio nutricional; además, la tendencia observada plantea el riesgo de que la dieta mediterránea desaparezca en el corto o mediano plazo.

Los especialistas consideran que se hace necesaria la intervención de los poderes públicos para promover el consejo dietético en programas de atención primaria y el desarrollo de programas de alimentación y nutrición en las escuelas.