Investigadores de la Universidad de Durham descubrieron que los embarazos más largos y los periodos de amamantamiento prolongados están directamente relacionados con el desarrollo del cerebro en las crías. La investigación abarcó el estudio de 127 especies de mamíferos y los científicos indicaron que los descubrimientos son también aplicables a los bebés humanos. Esto explica el largo periodo de dependencia que tienen los bebés de sus madres entre los humanos.
Los especialistas indicaron que el resultado de su investigación constituye una prueba que respalda la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que los bebés deben alimentarse exclusivamente con leche materna durante los seis primeros meses de vida, y combinar la leche materna con otros alimentos hasta los dos años o más.
Al analizar la evolución de las crías de los animales, los investigadores de la Universidad de Durham, encontraron que el tamaño del cerebro, en relación con el cuerpo, estaba directamente relacionado al tiempo que la madre pasaba embarazada, y el periodo de tiempo que invierte en amamantar a sus hijos.
De acuerdo a los encargados del proyecto, el tiempo de embarazo influye en el tamaño del cerebro de la descendencia al nacer, y el tiempo que invierte la madre en la lactancia afecta directamente el desarrollo del cerebro del hijo después del nacimiento. En el caso de los humanos se tienen embarazos de nueve meses y se amamanta a sus bebés hasta por tres años, se requiere todo este tiempo para apoyar el desarrollo del cerebro que llega a tener un promedio de 1,300 centímetros cúbicos (cc) en los adultos. Los gamos tienen un peso corporal similar al de los humanos, pero su embarazo solo dura siete meses, seguido por un periodo de lactancia de hasta seis meses, y el cerebro adulto de un gamo tiene 220 cc, o seis veces menor al cerebro humano.
Robert Barton, investigador principal, sugiere que las especies con un cerebro más grande lograrán un mayor tiempo de vida, pero hasta ahora esa relación no era muy clara «una teoría es que los cerebros más grandes aumentan la duración de la vida al hacer que el animal sea generalmente más flexible en sus respuestas conductuales a desafíos impredecibles, lo que permite historias vitales más lentas. Sin embargo, nuestros hallazgos sugieren que la ralentización de las historias vitales se relaciona directamente con los costos en lugar de los beneficios de desarrollar un cerebro de gran tamaño. Los beneficios necesarios para compensar estos costos podrían llegar de otras formas, como mejorar capacidades perceptivas y cognitivas específicas, en lugar de a través de alguna flexibilidad generalizada», indicó Barton en un comunicado.
FUENTE: Durham University, news release, March 28, 2011