Es importante conversar sobre la muerte y el morir en centros de atención para personas adultas mayores, pero debe hacerse con las herramientas adecuadas según un estudio etnográfico
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha solicitado a los países, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Persona Mayor, mejorar la atención sanitaria que prestan a los ancianos para que se mantengan sanas «durante más tiempo».
En ese sentido, un estudio realizado por Åsa Alftberg y otros investigadores, publicado en la Revista Healthcare, sostiene que las residencias de ancianos a menudo son lugares donde las personas mayores «vienen a morir». Sin embargo, a pesar de esto, rara vez se articula o se habla de la muerte, siendo esta una actividad beneficiosa para los residentes.
El objetivo del estudio fue explorar las experiencias de las enfermeras auxiliares sobre las conversaciones acerca de la muerte y el fallecimiento de los residentes adultos mayores.
Como metodología, se aplicó un diseño de estudio etnográfico en siete hogares de ancianos, donde se entrevistó a ocho asistentes de enfermería y se les siguió en sus tareas diarias a través de observaciones. Eran mujeres de 30 a 64 años de edad, y habían estado trabajando en el cuidado de personas mayores entre 10 y 30 años.
Los asistentes de enfermería declararon que tenían el conocimiento y las herramientas para llevar a cabo conversaciones sobre la muerte. Pero consideraban que les faltaba tiempo y sentían que la tensión emocional podría ser un obstáculo para las conversaciones sobre la muerte.
Las enfermeras asistentes usaron las estrategias de distraer, consolar e ignorar cuando percibieron que las reflexiones de los residentes sobre la muerte eran parte de su enfermedad o cuando había una falta de alineación entre las contemplaciones de los residentes y el concepto de morir bien.
Los resultados arrojaron que existen dos factores determinantes en las conversaciones sobre la muerte: la falta de tiempo y tensión emocional. Es así, que los expertos recomiendan administrar las conversaciones en la práctica con herramientas de distracción o consolación.
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