La osteoporosis es una enfermedad que, de acuerdo a las estadísticas, causa fracturas en 1 de cada 3 mujeres y 1 de cada 5 hombres en algún momento de sus vidas. Solo en Europa los costos directos asociados a tratamientos de fracturas de cadera serán de 51 mil millones de libras esterlinas, por tanto se hace necesario identificar algunas medidas preventivas para paliar esta situación.

Se considera que la práctica de ejercicio en la infancia y adolescencia puede prevenir la osteoporosis. Bailey y su equipo de trabajo  determinaron en 1999 que esta enfermedad se manifiesta en personas de edad avanzada, pero tiene sus antecedentes en la niñez. La masa ósea de una persona dependerá del pico alcanzado durante el crecimiento del esqueleto y la posterior tasa de pérdida ósea.

Una estrategia efectiva para aumentar la masa ósea máxima consiste en aumentar la masa ósea máxima a través de la práctica regular de ejercicios aeróbicos, trotes, saltos, voleibol y otros deportes que generen impacto en el esqueleto. Algunos estudios realizados por Bass y Khan en el año 2000, sugieren que los años de niñez y adolescencia son la mejor etapa en la que los huesos se adaptan de un modo especialmente eficaz a la carga de trabajo que imprime el deporte.

Las pruebas realizadas en diversos estudios basados en técnicas de absorciometría dual de rayos X (DXA) indican que es posible lograr una mejora en la densidad ósea a partir de la práctica regular de ciertos ejercicios durante la infancia. Sin embargo los especialistas deben tener en cuenta las limitaciones que tiene la DXA para lograr una adecuada interpretación de los datos.

Se han realizado diversos estudios para analizar la evolución de niños y niñas de entre 6.5 meses y 6 años, en la mayoría de casos estudios de corto o mediano plazo, debido a la dificultad de mantener un efectivo control de pruebas en niños  por períodos prolongados de tiempo. A partir del análisis de múltiples estudios los especialistas concluyen que el ejercicio beneficia el incremento mineral óseo a lo largo de la etapa de crecimiento.

Los investigadores determinaron que el ejercicio moderado, beneficia a los niños pre-púberes y en determinados sitios del esqueleto. La práctica de ejercicio moderado beneficia a las niñas pre-púberes, siempre y cuando no presenten un historial previo de sobrecarga, y los beneficios se verían en ciertas partes del esqueleto. El ejercicio de alta intensidad también podría beneficiar tanto a niños como a niñas pre-púberes. Se determinó también que los ejercicios de fuerza no son la práctica más adecuada para promover el incremento mineral óseo en niños púberes y adolescentes.

La mayoría de estudios estuvieron centrados en el análisis de ejercicios en la escuela, donde se realizaban actividades para soportar el peso corporal de 3 a 20 minutos por día, con tres o más sesiones por semana. Se recomiendan 3 días de ejercicio por semana para favorecer las respuestas osteogénicas en niños y adolescentes, sin embargo se requieren más estudios para determinar los beneficios a largo plazo. Se debe considerar que el hueso puede acostumbrarse a una carga similar y solo incrementará la fuerza cuando se aplique una carga mayor, por ello se recomienda para lograr resultados, utilizar el principio de ejercicio en progresión.

Se requiere mayor cantidad de estudios para determinar el tipo específico, la intensidad y duración del ejercicio que aportará el mayor beneficio para asegurar una acumulación mineral ósea máxima.