Formación para el ejecutivo de alto nivel: reflexiones y propuestas

Cuando estudié el MBA en la Universidad Nacional Autónoma de México a los 24 años y siendo egresado de la misma Institución de la licenciatura en Administración, me llamaron la atención dos cosas: primera, yo era el segundo más joven en una generación donde ingresaron 150 personas; segunda, habíamos un 10% o menos de alumnos con formación en Administración de Empresas.

En la convivencia con mis compañeros me di cuenta de algo, la mayoría de ellos estudiaban porque en sus empleos les requerían el MBA para recibir un ascenso o un aumento, ello se notaba en su desempeño. Evidentemente, no eran los alumnos que más leían, que más participaban de una forma fundamentada y tampoco los que mejores proyectos entregaban, es más, muchos de ellos admitían abiertamente que les interesaba el papel y en poca medida el aprendizaje que pudieran obtener en el transcurso de las clases. Algunos admitían, de forma un poco cínica, no haber abierto un libro, haberse desentendido de la Universidad y de la formación propia desde que habían egresado de licenciatura, es decir hace muchos años. ¿Es válida esta postura? Ciertamente lo es para aquellas personas cuyos objetivos de vida concuerden con esta ideología, sin embargo es necesario establecer algunos puntos referentes a la formación académica para quienes pretenden estudiar un MBA y  “llegar lejos” en el ámbito profesional, particularmente los del área empresarial, a forma de reflexión:

  • La educación es, y debe ser, una forma de vida, no un proyecto que concluye con la obtención de un título profesional. En el paradigma del siglo XXI, donde se sabe que vivimos en una sociedad tan disímbola, abierta y adversa cuya única constante es el cambio, los conocimientos pierden vigencia cada vez más rápido y se vuelve fundamental actualizarse. Para ello existen mil y un formas de hacerlo, tal vez no siempre se cuenta con el recurso para estudiar un máster o un postgrado, tampoco se trata de acumular grados porque sí, en todo caso se trata de, en el día a día hacerse de un espacio para capacitarse de forma tal que permita estar al día y no perder competitividad. Un buen presidente de empresa, director, gerente, etc. siempre va a encontrar tiempo para su entorno y para sí mismo, y dentro de ello debe priorizar su formación (ya sea formal o informal) como la herramienta que le va a garantizar crecer y enfrentar la adversidad de forma más asertiva.
  • Si ya se invirtió en una educación formal como un máster o un doctorado, hay que asegurarse de sacar el máximo provecho, como diría Carlos Kasuga, el CEO de Yakult: “Si vas a hacer algo, hazlo bien o mejor no lo hagas”, hacerlo bien va a significar un escenario óptimo para las partes involucradas, por un lado el alumno consigue sus objetivos profesionales y de realización personal, y por el otro, la empresa que lo contrata garantiza tener un mejor empleado y ello se reflejará en su desempeño y resultados.
  • La educación debe ser multidisciplinaria y transversal. Ello quiere decir que al tiempo que se actualiza el empleado en aquello que es especialista y que le conviene porque lo hace mejor en el área que se desempeña, también es importante adquirir formación en otras ramas del conocimiento para abrirse campo a nuevas oportunidades, o simplemente por el gozo de aprender algo nuevo y diferente. No siempre el conocimiento debe ser utilitario y pragmático, y no siempre sirve para sacar provecho económico, existe conocimiento que nos satisface como personas o que nos cambia la perspectiva de vida. Lo  importante es estar abiertos a recibirlo.
  • La vida es educación en sí misma, con ello no se debe negar el lector a la posibilidad de priorizar en su agenda un espacio para: leer un buen libro, una revista de negocios, un artículo científico, un video académico en portales de internet, seguir en redes sociales a personas u organizaciones que publiquen contenidos relevantes, asistir regularmente a seminarios, talleres, charlas, conferencias, congresos, coloquios, y por supuesto seguir estudiando en el ámbito formal de ser posible.

Autor: Emmanuel Soriano Flores, profesor y asesor académico del área de Empresas que patrocina FUNIBER